SERMOES(ES)COLHIDOS

"Descendo ao particular, direi agora, peixes, o que tenho contra alguns de vós. E começando aqui pela nossa costa: no mesmo dia em que cheguei a ela, ouvindo os roncadores e vendo o seu tamanho, tanto me moveram o riso como a ira." in Sermões Escolhidos, V, Padre António Vieira

A minha foto
Nome:
Localização: Norte, Portugal

terça-feira, janeiro 30, 2007

Carl Sagan e o Aborto

Nestes dias de campanha para novo referendo sobre questão antiga, vale a pena reler o que Carl Sagan escreveu na sua obra póstuma "Biliões e Biliões". Encontrei online uma versão em Espanhol. Deixo o URL e a indicação de que o tema é tratado no capítulo 15 sob a epígrage « ABORTO: ES POSIBLE TOMAR AL MISMO TIEMPO PARTIDO POR «LA VIDA» Y «LA ELECCIÓN»
e cito: Hoy por hoy no existe el derecho a la vida en ninguna sociedad de la Tierra, ni ha existido en el pasado (con unas pocas excepciones, como los jainistas de la India): criamos animales de granja para su sacrificio, destruimos bosques, contaminamos ríos y lagos hasta que ningún pez puede vivir en ellos, matamos ciervos y alces por deporte, leopardos por su piel y ballenas para hacer abono, atrapamos delfines que se debaten faltos de aire en las grandes redes para atunes, matamos cachorros de foca a palos, y cada día provocamos la extinción de una especie. Todas esas bestias y plantas son se­res vivos como nosotros. Lo que (supuestamente) está prote­gido no es la vida en sí, sino la vida humana. (...) Pese a las numerosas afirmaciones en contra, la vida no comienza en el momento de la concepción; es una cadena ininterrumpida que se remonta a los orígenes de la Tierra, hace 4.600 millones de años. Tampoco la vida humana co­mienza en la concepción, sino que es una cadena ininterrumpida que se remonta a los orígenes de nuestra especie, hace cientos de miles de años. Más allá de toda duda, cada espermatozoide y cada óvulo humanos están vivos. Es obvio que no son seres humanos, pero lo mismo podría decirse de un óvulo fecundado. (...) La primera recopilación de derecho canónico de la Iglesia católica, vigente durante mucho tiempo (de acuerdo con el notable historiador de las enseñanzas eclesiásticas sobre el aborto, John Connery, S. J.) sostenía que el aborto era homicidio sólo después de que el feto estuviese ya «formado», aproximadamente hacia el final del primer trimestre.
Sin embargo, cuando en el siglo XVII se examinaron los espermatozoides a través de los primeros microscopios, parecían mostrar un ser humano plenamente formado. Se re­sucitó así la vieja idea del homúnculo, según la cual cada es­permatozoide era un minúsculo ser humano plenamente for­mado, dentro de cuyos testículos había otros innumerables homúnculos, y así ad infinitum.
En parte por obra de esta mala interpretación de datos científicos, el aborto, en cualquier momento y por cualquier razón, se convirtió en motivo de excomunión a partir de 1869. Para la mayoría de católicos resulta sorprendente que la fecha no sea más remota. (...)
Reconocemos que la fijación de un momento exacto tie­ne que pasar por alto las diferencias individuales. Por ese motivo, si hay que trazar una línea, se debe proceder con cautela, es decir, pecar más por exceso que por defecto. Hay personas que se oponen al establecimiento de un límite nu­mérico, y compartimos su inquietud, pero si tiene que existir una ley sobre esta materia, que represente un compromiso útil entre las dos posiciones extremas, hay que determinar, al menos aproximadamente, un periodo de transición hacia la personalidad.
(...). Nuestra única gran ventaja es el pensamiento. Somos capaces de reflexionar, de imaginar acontecimientos que todavía no han sucedido, de concebir cosas. Así fue como inventamos la agricultura y la civilización. El pensamiento es nuestra bendición y nuestra maldición, y nos hace ser lo que somos.
El pensamiento tiene lugar, desde luego, en el cerebro, sobre todo en las capas superiores de la «materia gris» reple­gada que llamamos corteza cerebral. Cerca de 100.000 millo­nes de neuronas cerebrales constituyen la base material del pensamiento. Las neuronas están unidas entre sí y sus cone­xiones desempeñan un papel crucial en lo que llamamos pen­samiento, pero la conexión a gran escala de las neuronas no empieza hasta el sexto mes de embarazo.
Mediante la colocación de electrodos inofensivos en la cabeza de un individuo, los científicos pueden medir la acti­vidad eléctrica emanada de la red de neuronas cerebrales. Di­ferentes tipos de acción mental revelan distintas clases de ondas cerebrales, pero las pautas regulares típicas del cerebro humano de un adulto no aparecen en el feto hasta cerca de la trigésima semana del embarazo, hacia el comienzo del tercer trimestre. Hasta entonces, los fetos, por vivos y activos que parezcan, carecen de la necesaria arquitectura cerebral. Toda­vía no pueden pensar. Aceptar que se puede matar cualquier criatura viva, en especial una que más tarde tal vez se con­vierta en un bebé, es problemático y doloroso, pero hemos rechazado los extremos «siempre» y «nunca», y eso nos co­loca, querámoslo o no, en la pendiente resbaladiza. Si tene­mos que optar por un criterio de desarrollo, aquí es donde hay que trazar la raya: cuando se hace posible un mínimo asomo de pensamiento característicamente humano.»